No todo se compra con dinero

Alquimedes Romero-. El tiempo pasa y no se recupera es una frase muy escuchada en nuestra cotidianidad. El hombre desde la llamada Revolución Industrial ha experimentado el crecimiento económico más resaltante de la historia. La industrialización dio un empuje a la economía global, dinamismo que despertó una avaricia por la obtención de divisas, lo que obligó a los empresarios a explotar recursos naturales para cubrir la demanda de bienes y servicios.
En este punto de la historia comienza a florecer el capitalismo como sistema económico mundial. Cada día las empresas sentían el compromiso de aumentar la producción. La aparición de las máquinas influyó en el crecimiento demográfico y este a su vez, repercutió en el comercio.
Por dinero, el hombre descuidó su hábitat, espacio natural que por siglos le ha brindado las condiciones necesarias para su subsistencia.
El consumismo superó la concepción de la necesidad. La publicidad aceleró las ventas. Comprar por comprar se convirtió en un hobby. La digitalización de las transacciones financieras facilita el consumo, lo que conlleva a aumentar los niveles de contaminación, lo que nos exhorta a comprar con raciocinio.
Hoy tenemos un mundo sumergido en contaminación. Miles de especies muren en las aguas, otras en espacios terrestres, mientras que algunas han sufrido transformaciones a consecuencia de los botes y derrames de componentes químicos.
Los daños que el hombre ha causado en el ambiente se reflejan en los recientes cambios climáticos que reportan los medios de información y comunicación a escala mundial. Las estaciones del año han sufrido modificaciones, los estados atmosféricos varían sin respetar patrones establecidos y estas variaciones son producto de la acción incesante del hombre.
Muchas organizaciones que se han pronunciado en defensa del ambiente no han logrado sino ser titulares en primera plana argumentados con discursos editados y con trasfondos sin efectos.
El reloj de arena avanza. Cada segundo cuenta. Estamos en tiempo regresivo, si el ser humano no cambia los modelos de producción y disminuye los impactos desfavorable en el ambiente en poco años terminaremos de arruinar nuestra casa.
Es momento de pensar en las generaciones que nos proseguirán. Aquellas que al igual que vosotros quieren disfrutar de todas las riquezas del huerto de edén. El hombre mismo ha convertido el mundo en un momento apocalíptico. Dios no devasta la tierra, nosotros somos responsables de su destrucción.
Los gobiernos, aunque tengan toda la plata del mundo no podrán comprar un mundo mejor. Y como dice un refrán el que no cuida lo que tiene a pedir se queda. Cuidemos nuestro planeta tierra.

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