Cuando la individualidad se impone

Corría el año de 1830, tiempos de extrema tensión y conflictos políticos. La seguridad de la República era inestable, las ideas de separación revoloteaban navegando por muchas mentes y, amenazaban con fragmentar como un rompecabezas el añorado sueño de Bolívar. Un año donde, el más preciado objetivo integracionista del Libertador se iría por los vacíos del individualismo e intereses personales.
Por ideas del general Páez, ¡Vaya que idea! Se convoca el conocido Congreso de Valencia donde se hace hincapié en las ideas de desintegración, como si el aunamiento de los departamentos hubiera sido tan fácil. En relación con ésto, a pesar de la insistente idea de ruptura, Bolívar luchó por mantener los territorios unificados, tanto así que tuvo la osadía de arribar al poder con un régimen dictatorial, sin embargo, tantos esfuerzos se tornaron estériles cuando el 13 de mayo se separa Ecuador de la gran Colombia y meses después, el 22 de septiembre de ese mismo año se consolida la separación de Venezuela de la Gran República.
Si bien, es cierto que esta Gran Nación había sido conformada a través de las luchas independentistas de Bolívar y su grupo de libertadores; en cuestiones de horas había sido dividida en tres naciones (departamento de Ecuador, Nueva Granada y Venezuela).
Desde aquel 1830 hasta la fecha han transcurrido 189 años, caracterizados por conflictos internos y externos en la política venezolana afectando no solo el ámbito geopolítico, también, el ambiente geoeconómico. Mas lo sorprendente, es que los mismos vicios de individualidad y armisticidad del pasado afloran en los sectores políticos que conducen al país en la posteridad. El Poder Central, direccionado por el Ejecutivo Nacional idea los planes y proyectos para cumplir con el Plan de Desarrollo de la Nación, pero los poderes regionales y municipales no acatan el programa presidencial sino que se aíslan de las directrices del Jefe de Estado y han hecho con la autonomía que le confiere la Constitución un disfraz para ocultar sus malas gestiones y corrupción administrativas.

A pesar de ésto, el soberano, aquel pueblo consciente y crítico juzga y contrasta, para bien o para mal, las labores de los dirigentes del gobierno. Por tal razón, Maduro insiste en seguir con los procesos de revisión del gabinete ministerial y las figuras del gobierno, tanto así, que una de sus más recientes acciones fue exigir los cargos ministeriales. Medida aplaudida por unos y cuestionada por otros.

Maduro, es hora de defender al pueblo. Aquel soberano, que te apoyó en el arribo a la presidencia que, aunque descontentos con las gestiones de esos disfrazados de caperucita roja, acostumbrado a construir todo con mentiras, engaños y falsas promesas, que dejan a los ciudadanos con las manos estiradas y nunca le cumplen, ese pueblo ignorado, hoy espera por tu gobierno popular.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El Socialismo la puerta al placer y la riqueza

El reggaeton: la trampa para la juventud